21 may 2009

¿PARA CUÁNDO LA NUEVA INNOVACIÓN? ESTAMOS ESPERANDO...

Más de una vez lo hemos dicho y escrito: la verdadera innovación brilla por su ausencia en la industria tecnológica. Lo que falta de novedad se suple, habitualmente, con adjetivos superlativos provenientes de los departamentos de marketing o publicidad. Así es como aparece “lo más revolucionario”, “lo más innovador”, “nuevo paradigma” y todas esas frases que estamos acostumbrados a escuchar. Por supuesto, no podemos desmerecer el trabajo de investigación que llevan a cabo sufridos desarrolladores y buscadores de soluciones tecnológicas. Pero nuevo, lo que se dice nuevo, no hay.

La semana pasada asistimos a lo que la comunicación institucional calificó de “la presentación más importante de su historia”. Una compañía anunció un nuevo producto. Sabíamos que lo iba a hacer y esperábamos algún deslumbramiento instantáneo, algún shock informativo; algo que, en definitiva, nos movilizara y nos hiciera sacudir de nuestra silla. Y, desde ese punto de vista, fue totalmente decepcionante. Claro, cuando leés en una crítica cinematográfica que vas a ver “la película más fascinante de la historia del cine”… y no lo es, salís del cine baaaastante más decepcionado que si te hubieran dicho que ibas a ver una buena película… incluso *muy buena* película. Uno hubiera ido con expectativas diferentes.
Nadie puede dudar del trabajo y la inversión que esta empresa debe haber hecho para poder desarrollar y concluir con lo que, en rigor, era una arquitectura común, pero con algunos accesorios que la hacían mucho más apropiada y afinada para soportar ambientes virtualizados.

Es probable que a la mitad de los que estábamos presentes, la noticia les haya parecido una verdadera novedad, algo que llamaba la atención, algo que, en definitiva, podía llegar a ser un nuevo paradigma. Pero la otra mitad de los que estábamos allí, que ya veníamos de meses (y aún años) oyendo, leyendo y escribiendo acerca de la virtualización, nos dimos cuenta inmediatamente de que la noticia era buena, interesante, pero de ninguna manera revolucionaria.

Dicho con otras palabras, si alguien me hubiera dicho que me iban a presentar un nuevo producto, con un nuevo enfoque, con mejor diseño, con alguna originalidad arquitectural… no sé, los adjetivos que les gusten, pero dentro de algún grado de moderación, me hubiera resultado llamativo, notable y hasta hubiera podido notar, aún sin que me lo señalaran, qué buenas ideas había tenido el equipo de desarrollo. Pero como lo que vi no me pareció, de ninguna manera, “la presentación más importante de su historia”, el resultado final fue la decepción. En síntesis, me esperaba otra cosa.

Novedoso, innovador, sería un procesador de agua o un chip biológico, o almacenamiento holográfico fractal (por decir algo “raro”). Pero por ahora, si necesitás más procesamiento y un procesador o un core no te alcanzan, ponés dos… y si siguen sin alcanzar, ponés cuatro. Si dos discos no te alcanzan para almacenar la información, ponés 4… o 4000. Por más que hayas reemplazado el silicio por el germanio o por metales con otras letras, el principio básico sigue siendo el mismo. La virtualización la podés hacer ahora en procesadores x86, podés lograr una performance que haga casi imperceptible la pérdida de performance y hasta podés virtualizar fragmentos de software sin necesidad de hacerlo con el sistema operativo completo. Pero básicamente, la tecnología es la misma que se usaba décadas atrás con los mainframes… con pocas variantes.

Difícilmente se pueda llamar innovación a eso, por lo menos con el significado tan extendido que se le quiere dar.

Cuando uno lee “la presentación más importante de su historia”, la pregunta que surge casi inmediatamente es: “si ésta es la más importante ¿qué queda para después? ¿cerramos y nos volvemos a casa?” Y la respuesta más obvia sería “no, lo más importante es lo próximo que viene”… ah, bueno, entonces me siento y espero.

Autor: Ricardo D. Goldberger - Director de TECNOZONA (www.tecnozona.com)

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