21 nov 2008

LA INDUSTRIA SSI, ¿CON VIENTO EN CONTRA?

¿Qué puede ocurrir con la industria SSI argentina en el nuevo y complicado escenario nacional e internacional?

El análisis de Carlos Pallotti, Presidente de Lupa Corporation, ex presidente de CESSI y referente sectorial.

Durante los últimos años, Argentina creció en parte ayudada por una serie de condiciones internacionales propicias. El famoso viento de popa. Sin embargo, este año cambió radicalmente el escenario a nivel nacional y mundial, y hoy ya no tenemos esos vientos favorables, y muy por el contrario parecería que hay que remar contracorriente en el mundo de los negocios.

En ese nuevo escenario, ¿qué puede pasar con una industria como la del software (SSI), que acompañó dicho crecimiento? Coherentemente, nadie tiene una bola mágica que nos permita vaticinar el futuro. Pero entiendo que razonablemente se pueden hacer algunas reflexiones al respecto.

En el plano financiero, la ausencia del crédito no afectará tanto a las empresas proveedoras nacionales (que de hecho nunca lo tuvieron), pero si a los clientes locales, y esto se podría traducir básicamente en postergación de proyectos y en el alargamiento de los plazos de pago. Este último es un tema para prestar especial consideración, dado que gran parte del capital de trabajo reside en las cuentas por cobrar y si estas se dilatan, obviamente impactarán en la economía de las empresas.

La demanda del mercado doméstico, entiendo que irá en la misma línea: proyectos demorados y estiramiento en cadena de pagos, ya sea en corporaciones, los entes de gobierno o las PyMEs. Pero puede que no signifique estrictamente una merma en el volumen de negocios, aunque sí la búsqueda de nuevos nichos de mercado para algunas empresas. Porque en un ambiente recesivo, la búsqueda de competitividad es clave en las empresas. Y las administraciones públicas deberán buscar eficiencia y resultados ante un año electoral.

El mercado internacional, que aparece como muy recesivo, no necesariamente es una mala noticia para los exportadores nacionales. Por el contrario, podría ser una fuente de oportunidades.

Veamos. La demanda de talentos (personal capacitado) no tiene vías de resolverse, porque aunque aumente el desempleo en las economías centrales la demanda continuará siendo alta. Y la busca de rentabilidad hará que muchas empresas busquen en el outsourcing una solución. Por razones que ya hemos explicado Argentina puede ser un proveedor calificado de valueshore (offshore con valor agregado), que seguramente será uno de los segmentos más buscados, y tal vez mejor remunerados.

Pero habrá una búsqueda de costos bajos. En un mundo donde un ingeniero de sistemas gana 3.000 euros en buena parte de Europa, y no menos de 4.000 dólares en EE.UU., la competencia por proveer calidad a precios razonables parece ser un interesante espacio para las empresas argentinas. Pero se deberán rever los mercados. Porque muchas empresas han hecho fuertes inversiones en desarrollar el mercado mexicano o el español, y estos están siendo castigados duramente por la crisis.

Estos mercados serán menos atractivos, y por lo tanto, algunas de ellas tendrán que refocalizarse en aquellos que prima facie parecen más difíciles de penetrar, pero que al final son los más redituables y sustentables (como los Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, etc.). Las empresas que tengan ofertas de valor para ellos, sin dudas estarán frente a una gran oportunidad. Pero tendrán que ganar escala e invertir en esos mercados. Y no poco dinero me temo. En suma, el mercado externo aparece como una alternativa válida de crecimiento, siempre y cuando se enfoque a los mercados centrales.

Y aquí veo que nuestro país aprovechó de alguna manera el viento de popa de años atrás para ganar algunas posiciones. Porque si en 2001 no teníamos más que unas veinte empresas exportando frecuentemente, hoy esa cifra es ocho o diez veces más grande. Y si bien no todas podrán aprovechar las ventajas, al menos ya tienen una cultura exportadora.

Por otra parte, muchas empresas internacionales han hecho importantes radicaciones aquí y todo indica que aunque alguna sufra alguna merma, otras las profundizarán o se crearán nuevas. Por lo que un escenario de crecimiento, podría tener buenas chances de ser posible. Tal vez no en las tasas de los últimos años, pero crecimiento al fin.Personalmente, creo que habría que alentar algunas políticas públicas especialmente destinadas a la coyuntura (manteniendo por supuesto las planteadas en el plan de acción para el mediano y largo plazo). Por lo pronto, facilitar algunos instrumentos financieros (vía el Banco Nación, por ejemplo) que permitan dinamizar la cadena de pagos. También ejecutar un plan o Agenda Digital -como el propuesto-, que impulsen la demanda. Y finalmente algunos fondos y acciones, que permitan la reconversión en los mercados externos. Hay iniciativas como el Fonsoft, que ofrecen créditos blandos para ayudar a estos exportadores. Esta es una buena opción para el momento, pero deberían ser por montos superiores y mejores condiciones de acceso.

En suma, el viento sopla de frente, y lentifica el avance. Pero con pilotos avezados, aún así podríamos avanzar. Si tenemos a los mejores sentados en las sillas claves, y encontramos las oportunidades donde debemos buscarlas, hasta podría ser una enorme oportunidad pensando en el futuro. Veremos.

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